"Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva...¡Tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí y yo fuera..., y por fuera te buscaba...".
Celebramos hoy a San Agustín de Hipona (354-430), es el más grande de los Padres de la Iglesia y
uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental, nació en el año 354
en Tagaste (Argelia actual). Agustín se educó como retórico en las ciudades
norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. Entre los 15 y los 30 años vivió
con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con quien tuvo un hijo en
el año 372, llamado Adeodatus, que en latín significa regalo de Dios.
Inspirado por el tratado Hortensius de
Cicerón, Agustín se convirtió en un ardiente buscador de la verdad, que le
llevó a estudiar varias corrientes filosóficas. Durante nueve años, del 373 al
382, se adhirió al maniqueísmo, filosofía dualista persa, muy extendida en
aquella época por el imperio romano. Su principio fundamental es el conflicto
entre el bien y el mal, y a Agustín el maniqueísmo le pareció una doctrina que
parecía explicar la experiencia y daba respuestas adecuadas sobre las cuales
construir un sistema filosófico y ético.
Además, su código moral no era muy
estricto; Agustín recordaría posteriormente en sus Confesiones: "Concédeme
castidad y continencia, pero no ahora mismo". Desilusionado por la
imposibilidad de reconciliar ciertos principios maniqueístas contradictorios,
Agustín, abandona la doctrina y decide por el escepticismo. En el año 383 se
traslada de Cartago a Roma, y un año más tarde se va a Milán como profesor de
retórica. Allí se mueve en círculos neoplatónicos. Allí también conoce al
obispo de la ciudad, al gran Ambrosio, la figura eclesial de mayor renombre por
santidad y conocimiento de aquel momento en Italia.
Agustín regresó al norte de África y fue ordenado
sacerdote el año 391, y consagrado obispo de Hipona (ahora Annaba, Argelia) en
el 395, a los 41 años, cargo que ocuparía hasta su muerte. Agustín murió en Hipona el 28 de agosto del año
430.
Obras
Su obra más conocida es su autobiografía Confesiones (400), donde narra sus primeros años y su conversión. En su gran obra apologética La Ciudad de Dios (413-426), formula una filosofía teológica de la historia, y compara en ella la ciudad de Dios con la ciudad del hombre. De los veintidós libros de esta obra diez están dedicados a polemizar sobre el panteísmo. Los doce libros restantes se ocupan del origen, destino y progreso de la Iglesia, a la que considera como oportuna sucesora del paganismo. Sus otros escritos incluyen las Epístolas, de las que 270 se encuentran en la edición benedictina, fechadas entre el año 386 y el 429; sus tratados De libero arbitrio (389-395), De doctrina Christiana (397-428), De Baptismo, Contra Donatistas (400-401), De Trinitate (400-416), De natura et gratia (415), Retracciones (428) y homilías sobre diversos libros de la Biblia. Aquí
"Nos
hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que
descanse en Tí...".
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