jueves, 30 de agosto de 2012

CATEQUESIS MISTAGOGICA V


Segunda Epíclesis

Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
 
En esta segunda Epíclesis (Epíclesis de Comunión), se invoca el Espíritu Santo, para que transforme y una la comunidad. Esta invocación nos recuerda que es la fuerza salvadora de Dios que actuó en toda la historia de la salvación, la que actúa ahora en nuestra celebración haciendo de ella acontecimiento de salvación.

Esta es precisamente la finalidad y el fruto de la Eucaristía: el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, para que toda la comunidad se transforme en su cuerpo eclesial, único y lleno de los dones del Espíritu y ofrecido también al Padre en una ofrenda permanente.

Intercesiones
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa N., con nuestro obispo N., y todos los pastores de tu pueblo llévala a su perfección por la caridad.

La segunda epíclesis se prolonga y se explicita con unas peticiones, sobre todo por la Iglesia, pero también por la salvación de todo el mundo.  Expresan la comunión de la iglesia en la tierra, con la Iglesia del cielo, como prolongación de la alabanza y del memorial de la Pascua y como fruto de la actuación del Espíritu Santo en nuestra eucaristía.
La comunidad celebrante recuerda en su plegaria a la Iglesia peregrina en este mundo, porque no celebramos la Eucaristía como un grupo particular, sino unidos a toda la Iglesia, de modo especial a sus pastores.

La Iglesia no es obra nuestra sino que estamos unidos, en Cristo  por el Espíritu, a la comunidad extendida por toda la tierra, que celebra la eucaristía como centro de su vida.

Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro.   Ten misericordia de todos nosotros y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos murieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas

 Estamos también en comunión con los difuntos, y pedimos que puedan contemplar a Dios. Expresamos también nuestra comunión con los santos, que gozan ya de Dios, partícipes de la Pascua definitiva de Cristo. De esta manera se produce el fruto principal de la Eucaristía, que hemos pedido en la epíclesis: la construcción de la Iglesia como verdadero cuerpo de Cristo, alimentada de su Cuerpo y llena de su Espíritu, para que sea signo viviente de Cristo, en medio del mundo.

Doxología Final

Por Cristo, con el y en el, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

La asamblea concluye su plegaria alabando al Padre, por Cristo, en el espíritu Santo condensando el carácter bendicional y de la acción de gracias de toda la Plegaria. Durante esta alabanza, el sacerdote eleva el pan y el vino: presentamos al Padre, por el Espíritu, a Cristo muerto y resucitado quien resume en sí mismo toda la creación y toda la historia de la salvación. Con el Amén, toda la comunidad celebrante expresa la acogida y el asentimiento de la Iglesia al don de la salvación de Dios.


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