miércoles, 15 de agosto de 2012

LA GLORIFICACIÓN DE NUESTRA MADRE

En Sololá
     Hoy Celebramos la Solemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, acabado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII en 1950.

     En la línea de la bula Munificentissimus Deus, de mi venerado predecesor Pío XII, el concilio Vaticano II afirma que la Virgen Inmaculada “terminada el curso de su vida en la tierra fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo” (Lumen gentium, 59).

     El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio.

     El 1 de noviembre de 1950, al definir el dogma de la Asunción, Pío XII no quiso usar el término “resurrección” y tomar posición con respecto a la cuestión de la muerte de la Virgen como verdad de fe. La bula Munificentissimus Deus se limita a afirmar la elevación del cuerpo de María a la gloria celeste, declarando esa verdad “dogma divinamente revelado”.

     Y el Catecismo de la Iglesia Católica dice lo siguiente en el número 966, “Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte” (LG 59; cf. la proclamación del dogma de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María por el Papa Pío XII en 1950: DS 3903). La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos.


      En tu parto has conservado la virginidad, en tu dormición no has abandonado el mundo, oh Madre de Dios: tú te has reunido con la fuente de la Vida, tú que concebiste al Dios vivo y que, con tus oraciones, librarás nuestras almas de la muerte.

!Oh Madre hermosa! interceda siempre por nuestra Diócesis de Sololá-Chimaltenango.

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