jueves, 23 de agosto de 2012

CATEQUESIS MISTAGOGICA IV


Relato de la Institución

El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen y Coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes. Del mismo modo acabada la cena, tomó el cáliz y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo: Tomen y beban todos de él, porque este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la nueva alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.

 En la consagración: se repiten los gestos y las palabas de Jesús en la Última Cena, renovándose y actualizándose el acontecimiento salvador que se significa. Se trata de perpetuar el misterio Pascual, cumpliendo el mandato del Señor haced esto en memoria mía. El relato tiene una introducción que lo enlaza con el texto anterior de la epíclesis y que alude siempre ala marcha voluntaria de Cristo en la Cruz.

Los dos ritos (gestos y palabras) del pan y del vino están tomados de los textos del Nuevo Testamento, pero son una adaptación libre.

Al relatar La Última Cena, repitiendo las palabras y los gestos de Jesús, proclamamos de la Pascua de Jesús, la que realizó en la Cruz y la que se realiza sacramentalmente ahora por la acción del Espíritu Santo que hemos invocado.

Aclamación, Memorial y Ofrenda

Éste es el Sacramento de nuestra fe. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección ¡Ven, Señor Jesús!

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

La comunidad responde al relato de la institución cantando su aclamación: interpreta las palabras de Cristo y toda la celebración eucarística como un anuncio de la muerte de Cristo, como una presencia del resucitado y como un anticipo de su segunda venida.

La Eucaristía es un verdadero memorial (anamnesis) que actualiza la muerte, resurrección y la ascensión de Cristo. Se lleva a su culminación lo que comenzó en la presentación de los dones. En este momento la comunidad entera y por ello la misma Iglesia, ofrece al Padre a Cristo y se ofrece a sí misma.


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