Educación sexual
“La iglesia no se opone a la educación
sexual. Personalmente, creo que debe haberla a lo largo de todo el crecimiento
de los chicos, adaptada a cada etapa. En verdad, la Iglesia siempre impartió
educación sexual, aunque acepto que no siempre lo hizo de un modo adecuado. Lo
que pasa es que actualmente muchos de los que levantan las banderas de la
educación sexual la conciben separada de la persona humana. Entonces, en vez de
contarse con una ley de educación sexual para la plenitud de la persona, para el
amor, se cae en una ley para la genitalidad. Ésa es nuestra objeción. No queremos
que se degrade a la persona humana. Nada más”.
(El
Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ.,
Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pág. 92-93)
Cocina
–¿Cocina actualmente?
–No, no tengo tiempo.
Pero cuando vivía en el colegio Máximo, de San Miguel, como los domingos no
había cocinera, yo cocinaba para los estudiantes.
–¿Y cocina bien?
–Bueno, nunca maté a
nadie…
(El Jesuita.
Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubin y
Francesca Ambrogetti, Vergara editor, p. 31)
Ping pong de
preguntas y respuestas
–¿Cómo se presentaría
ante un grupo que no lo conoce?
–Soy Jorge Bergoglio,
cura. Es que me gusta ser cura.
–¿Un lugar en el
mundo?
–Buenos Aires.
–¿Una persona?
–Mi abuela.
–¿Cómo prefiere
enterarse de las noticias?
–Leyendo los diarios.
La radio la enciendo para escuchar música clásica.
–Viaja mucho en el
subterráneo, ¿es su transporte predilecto?
–Lo tomo casi siempre
por la rapidez, pero me gusta más el colectivo, porque veo la calle.
–¿Tuvo novia?
–Sí. Formaba parte de
la barra de amigos con la que íbamos a bailar.
–¿Por qué finalizó el
noviazgo?
–Descubrí mi vocación
religiosa.
–¿Tiene algún
familiar que también abrazó la vocación religiosa?
–Sí, el hijo de mi
hermana Marta. Es sacerdote jesuita como yo.
–¿Alguna afición?
–De joven
coleccionaba estampillas. Ahora, leer, que me gusta mucho, y escuchar música.
–¿Una obra literaria?
–La poesía de
Hölderlin me encanta. También, muchas obras de la literatura italiana. A I
promesi sposi la habré leído cuatro veces. Otro tanto a La Divina Comedia. Me
llegan Dostoievsky y Marechal.
–¿Borges? Usted lo
trató.
–Ni qué decir. Además Borges
tenía la genialidad de hablar prácticamente de cualquier cosa sin mandarse la
parte.
–Borges era agnóstico.
–Un agnóstico que todas las
noches rezaba el Padrenuestro, porque se lo había prometido a su madre y que
murió asistido religiosamente.
–¿Una composición musical?
–Entre las que más admiro está
la obertura Leonera número tres de Beethoven en la versión de Furtwängler, es a
mi entender el mejor director de algunas de sus sinfonías y de las obras de
Wagner.
–¿Le agrada el tango?
–Muchísimo. Es algo que me
sale de adentro. Creo conocer bastante de sus dos etapas.
–¿Sabe bailarlo?
–Sí. Lo bailé de joven, aunque
prefiero la milonga.
–¿Su deporte preferido?
–De joven, practicaba el
básquet, pero me gustaba ir a la cancha a ver fútbol. Íbamos toda la familia,
incluida mi mamá, a ver a San Lorenzo, el equipo de nuestros amores: mis padres
era de Almagro, el barrio del club.
(El
Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ.,
Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 118-120)
Nombramiento
–[Después
de una conversación el Nuncio] “me informa: “Ah… una última cosa… fue nombrado
obispo auxiliar de Buenos Aires y la designación se hace pública el 20…” Así
nomás, me lo dijo.
–¿Y
cuál fue su reacción?
–“Me
bloqueé. Como señalé antes, como consecuencia de un golpe, bueno o malo,
siempre me bloqueo”.
[…]
–Por
lo menos, díganos qué sentía cuando veía su nombre entre los grandes candidatos
a Papa… [sobre el Cónclave del 2005].
–Pudor,
vergüenza. Pensaba que los periodistas estaban locos.
(El Jesuita. Conversaciones
con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti,
Vergara editor, pp. 125-126)
Dolor y resentimiento
“El dolor, que es
también otra llaga, es a campo abierto. El resentimiento es como una casa
tomada, donde vive mucha gente hacinada que no tiene cielo. Mientras que el
dolor es como una villa donde también hay hacinamiento, pero se ve el cielo. En
otras palabras, el dolor está abierto a la oración, a la ternura, a la compañía
de un amigo, a mil cosas que a uno lo dignifican. O sea, el dolor es una
situación más sana. Así me lo dicta la experiencia”.
(El Jesuita.
Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y
Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 143)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.