sábado, 16 de marzo de 2013

ALGUNAS ANÉCDOTAS DEL PAPA FRANCISCO ANTES DE SER PAPA II



Educación sexual

“La iglesia no se opone a la educación sexual. Personalmente, creo que debe haberla a lo largo de todo el crecimiento de los chicos, adaptada a cada etapa. En verdad, la Iglesia siempre impartió educación sexual, aunque acepto que no siempre lo hizo de un modo adecuado. Lo que pasa es que actualmente muchos de los que levantan las banderas de la educación sexual la conciben separada de la persona humana. Entonces, en vez de contarse con una ley de educación sexual para la plenitud de la persona, para el amor, se cae en una ley para la genitalidad. Ésa es nuestra objeción. No queremos que se degrade a la persona humana. Nada más”.

(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pág. 92-93)

Cocina

–¿Cocina actualmente?
–No, no tengo tiempo. Pero cuando vivía en el colegio Máximo, de San Miguel, como los domingos no había cocinera, yo cocinaba para los estudiantes.
–¿Y cocina bien?
–Bueno, nunca maté a nadie…

(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, p. 31)

Ping pong de preguntas y respuestas

–¿Cómo se presentaría ante un grupo que no lo conoce?
–Soy Jorge Bergoglio, cura. Es que me gusta ser cura.
–¿Un lugar en el mundo?
–Buenos Aires.
–¿Una persona?
–Mi abuela.
–¿Cómo prefiere enterarse de las noticias?
–Leyendo los diarios. La radio la enciendo para escuchar música clásica.
–Viaja mucho en el subterráneo, ¿es su transporte predilecto?
–Lo tomo casi siempre por la rapidez, pero me gusta más el colectivo, porque veo la calle.
–¿Tuvo novia?
–Sí. Formaba parte de la barra de amigos con la que íbamos a bailar.
–¿Por qué finalizó el noviazgo?
–Descubrí mi vocación religiosa.
–¿Tiene algún familiar que también abrazó la vocación religiosa?
–Sí, el hijo de mi hermana Marta. Es sacerdote jesuita como yo.
–¿Alguna afición?
–De joven coleccionaba estampillas. Ahora, leer, que me gusta mucho, y escuchar música.
–¿Una obra literaria?
–La poesía de Hölderlin me encanta. También, muchas obras de la literatura italiana. A I promesi sposi la habré leído cuatro veces. Otro tanto a La Divina Comedia. Me llegan Dostoievsky y Marechal.
–¿Borges? Usted lo trató.  
–Ni qué decir. Además Borges tenía la genialidad de hablar prácticamente de cualquier cosa sin mandarse la parte.
–Borges era agnóstico.
–Un agnóstico que todas las noches rezaba el Padrenuestro, porque se lo había prometido a su madre y que murió asistido religiosamente.
–¿Una composición musical?
–Entre las que más admiro está la obertura Leonera número tres de Beethoven en la versión de Furtwängler, es a mi entender el mejor director de algunas de sus sinfonías y de las obras de Wagner.
–¿Le agrada el tango?
–Muchísimo. Es algo que me sale de adentro. Creo conocer bastante de sus dos etapas.
–¿Sabe bailarlo?
–Sí. Lo bailé de joven, aunque prefiero la milonga.
–¿Su deporte preferido?
–De joven, practicaba el básquet, pero me gustaba ir a la cancha a ver fútbol. Íbamos toda la familia, incluida mi mamá, a ver a San Lorenzo, el equipo de nuestros amores: mis padres era de Almagro, el barrio del club.

(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 118-120)

Nombramiento

[Después de una conversación el Nuncio] “me informa: “Ah… una última cosa… fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires y la designación se hace pública el 20…” Así nomás, me lo dijo.
¿Y cuál fue su reacción?
“Me bloqueé. Como señalé antes, como consecuencia de un golpe, bueno o malo, siempre me bloqueo”.
[…]
Por lo menos, díganos qué sentía cuando veía su nombre entre los grandes candidatos a Papa… [sobre el Cónclave del 2005].
Pudor, vergüenza. Pensaba que los periodistas estaban locos.

(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 125-126)

Dolor y resentimiento

“El dolor, que es también otra llaga, es a campo abierto. El resentimiento es como una casa tomada, donde vive mucha gente hacinada que no tiene cielo. Mientras que el dolor es como una villa donde también hay hacinamiento, pero se ve el cielo. En otras palabras, el dolor está abierto a la oración, a la ternura, a la compañía de un amigo, a mil cosas que a uno lo dignifican. O sea, el dolor es una situación más sana. Así me lo dicta la experiencia”.

(El Jesuita. Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, SJ., Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Vergara editor, pp. 143)

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