Tú puedes ser sacerdote |
Nos ha llegado
la invitación a las convivencias vocacionales para este año 2013, es una
invitación de Dios a todos los jóvenes de buena voluntad de seguir a Cristo más
de cerca. Explicaremos brevemente qué es una vocación.
En realidad,
la palabra VOCACIÓN proviene del latín: VOCARE, que significa llamado. Sentir
una vocación equivale a decir que alguien me está llamando. De otra manera no
tiene sentido.
ALGUIEN LLAMA
Debemos poner
en claro antes que nada, que es Dios quien llama. Iluminados por la fe y
experiencia enorme de la Iglesia, sabemos ciertamente que toda vocación viene
de Dios.
EL PRIMER LLAMADO
Dios Creador
nos llama del no-ser a la existencia. Nosotros no nos damos la vida a sí mismo:
la recibimos gratuitamente. Dios, por medio de los padres, va llamando a la
vida a los seres humanos.
UN SEGUNDO Y SUBLIME LLAMADO
Dios no nos
llama a la existencia nada más para que vivamos, crezcamos, nos reproduzcamos y
nos muramos. No somos animales. Él tiene un proyecto grandioso e inefable para
cada persona llamada a la existencia. Si ha constituido a los esposos como
colaboradores suyos en la procreación, es para un fin mucho muy superior al
mero deseo de llenar la tierra de seres humanos.
Cada uno de
nosotros, estamos llamados "desde antes de la creación del mundo",
como nos dice San Pablo en su maravillosa carta a los Efesios, a participar de
su propia VIDA DIVINA, hasta la eternidad, lo que llamamos la GRACIA
SANTIFICANTE. Este llamado, esta vocación a la Gracia, es el hecho más
importante en nuestras existencias. Todo hombre nacido en este planeta, está
llamado a ser Santo. La vocación a la Santidad es universal.
EL HOMBRE RESPONDE
Si en toda
vocación es Dios quien llama, toca al hombre responder a dicho llamado. Y como
el hombre es libre por designio Divino, puede responder afirmativamente. o no.
Podemos negarnos al don de la existencia suicidándonos. Podemos negarnos al
llamado a la santidad, pecando. Es nuestra decisión y Dios la respeta porque no
quiere autómatas. Él pone ante nosotros la vida o la muerte, la Gracia o la
condenación. ¡Terrible cosa ser tan libres!
¿Cómo llama
Dios a un joven a su servicio? Tengamos presente que Él toma la iniciativa y
llama a quien quiere del modo que Él quiere. Puede ser que el muchacho ve de
pronto, con una lucidez total, que el sacerdocio es lo suyo. O bien puede
suceder que la idea vaya colándose lentamente en su ánimo, como a través de una
niebla que se despeja poco a poco.
Algunos han sido llamados desde su más tierna
infancia y jamás han pensado en otra cosa; otros al contrario, han tenido que
superar dudas y tentaciones, altibajos y decepciones. Cada sacerdote podría
decir el cómo de su llamado. Hermoso el testimonio de un sacerdote Marista que
desde los siete años al ver a su cura párroco ya anciano, se dijo: "A su
muerte yo tomaré su lugar".
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