martes, 19 de marzo de 2013

LA PENITENCIA, SACRAMENTO DE LA NUEVA LEY


Los 5 pasos para confesarse bien

La penitencia es un verdadero sacramento, pues en ella se dan los elementos esenciales de todo sacramento: 


a) el signo sensible, que está constituido por los actos del penitente: contrición, confesión y satisfacción (cfr. Catecismo Romano, II, cap. V, n. 13; Concilio de Trento, sess. XIV, caps. 3-4), y las palabras de la absolución; 

b) la institución por Cristo, de la que se habla con toda claridad en la Sagrada Escritura: Recibid al Espíritu Santo dijo Jesús a los Apóstoles; a quienes perdonareis los pecados les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos (Jn. 20, 22); 

c) la producción de la gracia, tanto la santificante que se infunde al ser remitidos los pecados, como la sacramental específica, que da la fuerza para no volver a cometer los pecados acusados. 

Herejías opuestas 

Para contrastar la riqueza de la doctrina católica sobre este sacramento, resulta útil detenerse en las interpretaciones equivocadas que se han suscitado en la historia de la Iglesia: 

a) La herejía llamada de los montanistas (siglo II), limitaba el poder de la Iglesia para perdonar los pecados, diciendo que había algunos -la idolatría, el adulterio y el homicidio- que no podrían ser perdonados. 
b) Los novacianos (siglo III) afirmaban que la Iglesia debía estar formada sólo por hombres puros, y negaban la reconciliación a todos aquellos que hubieran cometido pecado mortal. Lo mismo afirmaron los donatistas (siglo IV). 

c) Abelardo (siglo XII) afirmó que Cristo confirió a sus Apóstoles la potestad de atar y de desatar, pero esa potestad no la concedió a los sucesores de ellos (cfr. Dz. 379). 

d) Las sectas espiritualistas (valdenses y cátaros) así como los seguidores de Wicleff y de Hus, rechazaron la jerarquía eclesiástica y, en consecuencia, defendían la tesis de que todos los cristianos buenos y piadosos tienen sin distinción el poder de absolver los pecados. 

e) Los reformadores protestantes negaron totalmente el poder de la Iglesia para perdonar los pecados. Aunque al principio admitieron la penitencia como sacramento (junto al bautismo y a la ‘cena’; cfr. Lutero), Apol. Conf. Aug., art. 13), su concepto de justificación les llevó necesariamente a negar todo poder real de perdonar los pecados. 

En efecto, si la justificación no es, según ellos, verdadera y real extinción del pecado, sino una mera no imputación externa o cubrimiento de los pecados por la fe fiducial. entonces la absolución no es verdadera remisión del pecado, pues los pecados permanecen a pesar de todo. 

Contra los protestantes, el Concilio de Trento declaró que Cristo comunica a los Apóstoles y a sus legítimos sucesores, la potestad de perdonar realmente los pecados (cfr. Dz. 894 y 913). 

f) En la época actual, el error consiste en la desacralización del sacramento, al grado de ser equiparado a técnicas puramente humanas o psicológicas, como si se tratara de relaciones interpersonales, perdiéndose de vista que la confesión es el medio para obtener la realidad sobrenatural de la gracia santificante.

En nuestra jornada de confesiones, hoy será en la parroquia de "Santa Apolonia", nos encomendamos a sus oraciones.

1 comentario:

  1. Dios, que bien nos conoce, sabía que le ibamos a fallar y para que podamos volver a la vida divina dejó este sacramento de la Misericordia. Gracias Señor por el sacramento de tu perdón y por los sacerdotes que dedican su tiempo para reconciliar a los hombres y darles la paz

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