Sirve el viento, la nube, la semilla y el surco... y el agua siempre inquieta en su claro reír. Y
es que la naturaleza, tiene solo un anhelo con que enjoya los mundos: Servir...Servir...
Servir.
¿Qué, hay alguien que critica? ¿Y ese otro que destruye? ¿O alguno que
maldice?....
Sé tú el que construye, Sé tú el que aparta la piedra del camino. El que alivia el rencor
que los ojos enturbiaron. El que siempre realiza los esfuerzos –que por duros-otros
esquivaron.
Sé de aquellos que dan ¡Que siempre dan! Ya un consuelo oportuno Ya una frase cordial. O el
pan, claro y vital de tu alegría, o el pan moreno y grato del trigal....
Qué tristeza tan honda la del mundo si en el ya no hubiera nada por hacer... Ni un rosal
perfumado que plantar, ni un niño que alegrar, ni empresa que emprender...
El servir es faena de seres superiores y tú en cada momento te debes repetir: ¿A quién servir ahora? ¿Qué puedo
hacer por otro, para darle más ánimo, para verlo contento, y evitarle sufrir?
Y así, serás de aquellos que oyen la voz de Dios. Esa voz de silencio que
en la luz de cada día, perfuma el orbe entero viniéndote a decir:
“AQUÍ ESTOY, HIJO MÍO APÓYATE EN
MIS FUERZAS Y... ¡AYÚDAME A SERVIR!
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